Es muy probable que hayas oído de la fast food o comida rápida, pero tal vez no te has enterado sobre el movimiento slow food, que cada vez llama la atención de los consumidores y dueños de locales gastronómicos por preferir productos locales y orgánicos que respeten el medio ambiente.
El término Slow Food significa comida lenta y trata de una tendencia sostenible en la industria de la gastronomía con conciencia ambiental y promueve el consumo de productos locales y de temporada, que suele verse amenazado por grandes cadenas de supermercados o locales de comida rápida “fast food”.
Una situación que se alinea con el impacto que queremos generar en Savia, donde defendemos el producto de proximidad y de temporada gracias a los productores locales, así como el respeto por el medio ambiente.
El problema actual que sucede en el mundo de la cocina es que muchos proveedores suelen estar bastante lejos del local, a más de 100 kilómetros de distancia para que la comida llegue a nuestra mesa. Esto genera un dilema en la cadena de abastecimiento de alimentos: viajes largos y más desperdicio de alimentos.
El movimiento Slow Food nació en 1989, cuando Carlo Petrini creó una asociación que promovía el placer de comer despacio, los productos naturales, las recetas caseras y el deleite en los sentidos del gusto y el olfato sin prisas. Todo comenzó con una protesta espontánea en forma de banquete que llevaron a cabo un grupo de periodistas tras la inauguración de McDonald’s en la plaza de España de Roma.
Luego de tres años, el movimiento fue creado a través de un manifiesto en Paris. Su trabajo es reconocido por la Organización de Las Naciones Unidas (FAO) y cuenta con más de 100.000 miembros en todo el mundo y está presente en más de 150 países.
A la fecha, cuenta con cientos de miles de seguidores que utilizan la imagen de un caracol, símbolo de la lentitud, como manera de contrarrestar la obsesión por comer y vivir rápido.
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Entre los requisitos a cumplir para obtener el certificado “kilómetro 0”, un local gastronómico o restaurante debe comprar de manera directa a productores locales (acortar la cadena de distribución) y tener menús con alimentos frescos. Por ejemplo, en Savia ofrecemos un sello verde que certifica que nuestros productos ofrecidos son orgánicos y de agricultores.
En Chile, el movimiento Slow Food lleva 15 años y cuenta con más de 20 organizaciones. En sus años de actividad, ha concentrado sus esfuerzos sobre tres programas principales: biodiversidad, educación y fortalecimiento de sus comunidades campesinas, y redes como movimientos como MODATIMA, ANAMURI, RIPESS, entre algunos.
Además, fortalece los vínculos e impulsa la colaboración entre diferentes actores involucrados en el sector de la producción y consumo de alimentos para crear oportunidades y valorizar el trabajo de todos aquellos actores (campesinos y productores agropecuarios de pequeña escala, recolectores, pescadores artesanales, criadores), que contribuyen a preservar la biodiversidad y el patrimonio gastronómico local.
A más de 25 años de haber iniciado, este popular concepto culinario y ecológico sigue ganado adeptos que continúan promoviendo una forma de vida sostenible y una alimentación más consciente. Aunque la gente viva con mucha prisa hoy, se necesita recordar que comer bien y local es un placer saludable y necesario.